Saúl ‘Canelo’ Álvarez, más que un boxeador, se ha convertido en un ícono global.
Tiene una fortuna superior a los 1000 millones de dólares, es el rostro del deporte más lucrativo del mundo, y siendo solo un niño empezó vendiendo paletas de hielo para poder ayudarle a su mamá con los gastos de la casa.
Dentro del mundo del Box y los deportes de combate se considera un halago que a un peleador extranjero se le diga “peleas como un mexicano” porque eso significa que se pelea como un guerrero. En la historia del boxeo mexicano, ser reconocido como un guerrero es un privilegio que muy pocos alcanzan, y Saúl es el mejor ejemplo de uno.
En este contexto, Canelo no solo representa esta tradición, sino que la ha elevado a niveles sin precedentes. No es solo un guerrero en el cuadrilátero, es una leyenda viva, uno de los pocos que ha llevado el boxeo mexicano a las cumbres del éxito global.
Hace unos días ayudó a su hermano en su restaurante de tacos en Jalisco, donde hasta se puso a preparar los de asada y adobada. Larga vida al único rey mexicano del deporte que hace que el mundo entero se detenga los sábados en la noche para ver si Canelo sigue haciendo su historia cada vez más grande.