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Los refrescos no solo dañan tu salud: pueden destruir tus riñones poco a poco. Lo que hoy parece un simple gusto, mañana puede convertirse en una batalla diaria contra la enfermedad.
Cuando los riñones comienzan a fallar, el único camino es la hemodiálisis: Un tubo rojo extrae tu sangre contaminada, una máquina la filtra, y un tubo azul la regresa a tu cuerpo.
Cada sesión dura cuatro horas, tres veces por semana.
12 veces al mes. 48 horas al mes atado a una máquina…
Todo porque los riñones dejaron de funcionar tras años de consumir refrescos.
Mientras lees esto, tus riñones sanos limpian tu sangre 36 veces al día, de forma natural y sin dolor. Pero cada lata de refresco, cada vaso lleno de azúcar y químicos, los va deteriorando silenciosamente.
Y cuando dejan de funcionar… ya no hay vuelta atrás.
¿Vale la pena arriesgarlo todo por un simple antojo?
Hagamos viral este tipo de mensajes que pueden salvar miles de vidas.