En un nuevo episodio de la escalada militar, drones ucranianos lanzaron un ataque contra la planta química Aleksinsky, ubicada en la región rusa de Tula, a aproximadamente 200 kilómetros al sur de Moscú. Esta instalación, clave para la producción de pólvora y municiones en Rusia, fue el objetivo de un ataque nocturno, según confirmó una fuente del Servicio de Seguridad Ucraniano (SBU) a la agencia de noticias Reuters. Este ataque forma parte de una serie de ofensivas estratégicas dirigidas a instalaciones industriales que, según Ucrania, fortalecen la maquinaria bélica de Moscú.
El jefe de la SBU indicó que estos ataques buscan «reducir la capacidad de Rusia para aterrorizar a nuestro país», apuntando no solo a fábricas de armas, sino también a aeródromos y depósitos de municiones rusos. Aunque las autoridades rusas no han dado detalles sobre los daños ocasionados, el Ministerio de Defensa de Rusia reportó haber interceptado y derribado cerca de 50 drones en distintas regiones, en un intento de contrarrestar estos ataques.
Mientras el conflicto se aproxima a los mil días, Ucrania sigue apelando a sus aliados para fortalecer su arsenal con armamento de largo alcance, con la esperanza de revertir la presión rusa en la región oriental de Donetsk. Este tipo de ataques buscan interrumpir la logística rusa en el frente y debilitar su capacidad de ataque, en un esfuerzo por dar un giro en el curso de la guerra.